Gobiernos, organismos nacionales, ONG, y miles de organizaciones e instituciones alrededor del mundo están adoptando los huertos escolares (HE) como modelo educativo que responde a las crisis ambientales, alimentarias y de salud. Es una apuesta acertada, ya que los HE tienen potencial demostrado para impulsar el aprendizaje lúdico y vivencial, el pensamiento crítico, la alimentación consciente y el cuidado ambiental. Pero los HE no son una idea nueva. En México, por ejemplo, como resultado de las reformas constitucionales de 1917, cada escuela rural fue dotada de una parcela productiva destinada a ser espacio de práctica y encuentro con la comunidad. Actualmente muy pocas de estas parcelas escolares sirven a dicho fin.
Evitar que la actual explosión de interés en los HE se vuelva una moda pasajera es el reto que se ha planteado la Red de Huertos Escolares (RHE, www.redhuertos.org). Del 8 al 12 de noviembre, la Red celebró su IV encuentro internacional en San Cristóbal de Las Casas, México. Los más de 150 participantes, de diversas nacionalidades y etnias, se constituían por docentes de escuelas públicas, privadas, y autónomas; investigadoras y estudiantes con enfoques tan diversos como la agroecología, la antropología, la nutrición, la ética y la pedagogía; representantes de organizaciones internacionales y locales; funcionarias públicos y niños y jóvenes que llegaron a compartir experiencias.
Los debates, presentaciones, talleres y visitas a programas locales, reafirmaron la relevancia de los HE como espacios de encuentro entre las esferas académicas, personales y comunitarias. Los HE son un aula al aire libre donde se puede abordar cualquier materia académica y relacionarla con el entorno natural y cultural. Son espacios idóneos para acercar los contenidos académicos a los campesinos y los pueblos indígenas, quienes viven una realidad muy distinta a la de las ciudades capitales de donde suelen surgir las propuestas de currículum formales. Para la niñez y juventud urbana, los huertos escolares son en numerosas ocasiones la única oportunidad que tienen para estar afuera, sentir, oler y contactar con la naturaleza, y son una oportunidad para comprender y valorar el trabajo agrícola. Facilitan la recuperación de conocimientos, tradiciones, prácticas y variedades en riesgo de olvido. Impulsan una alimentación sana, consciente y soberana. Permiten emprender la investigación científica en donde las comunidades educativas son partícipes en definir y contestar preguntas relevantes a su vida cotidiana. Contribuyen a la autonomía comunitaria al disminuir la dependencia sobre conocimientos, insumos y alimentos introducidos desde lejos y al favorecer el trabajo colectivo y la autogestión. Contribuyen a la autonomía de los niños y niñas por medio del desarrollo del pensamiento crítico y autocrítico, las capacidades organizativas, y las habilidades prácticas para la siembra y la cocina. El HE, incluso, puede ser un espacio de sanación y alegría para personas con capacidades diferentes o para quienes se sienten alienados en el aula convencional.
Las personas y programas adheridos a la Red somos diversos en nuestros enfoques y fortalezas, pero coincidimos en que mantener la relevancia de los HE requiere de cultivar esta visión multifuncional y holística de su papel en el desarrollo de personas pensantes, sanas, conscientes y responsables. Para esto, es esencial evitar la imposición de metas rígidas en relación a, por ejemplo, productividad o contenidos específicos a tratar. En su lugar, se requiere de metodologías constructivistas, enfocadas en procesos que responden a la realidad de cada participante, escuela y comunidad.
Afirmamos que la agroecología es la filosofía productiva más adecuada al HE, ya que brinda alternativas a los agrotóxicos que amenazan nuestra salud y la de la tierra, se fundamenta en la diversidad biológica y cultural local, fomenta la conservación de semillas nativas y cuida el suelo y el agua. La agroecología ofrece principios, mas no recetas, para la producción, abriendo horizontes para la investigación científica transdisciplinaria a partir de observaciones y experimentos en el huerto y la comunidad.
La RHE se ha conformado con una estructura horizontal porque sus integrantes sienten la necesidad de apoyo para el desarrollo de metodologías y currículum, la capacitación y la búsqueda de recursos. Llamamos a incorporar a los HE en las políticas educativas y alimentarias desde lo local a lo nacional, no para imponer los programas, sino para apoyar el desarrollo de propuestas de HE autónomas y adaptables a las necesidades de cada comunidad escolar. Sólo así se logrará establecer y mantener programas que realizan su pleno potencial de facilitar el aprendizaje para una vida digna y que sean sustentables en sus dimensiones ecológicas, sociales y económicas. Proponemos el Huerto Escolar como un derecho al que cada niña y joven pueda acceder desde el preescolar hasta la universidad. ¡Huertos Escolares para todos ya!