Al abrir un espacio para el aprendizaje vivencial, los huertos escolares pueden impulsar en los niños y jóvenes el desarrollo de conocimientos, habilidades, valores y competencias necesarios para enfrentarse con las complejidades de vivir en un mundo globalizado. Aunque los programas enfatizan más comúnmente la alimentación, el ambiente y las ciencias naturales, los huertos escolares pueden facilitar la exploración de prácticamente cualquier asignatura.
Las actividades en el huerto ayudan a docentes y a estudiantes a acercarse a la ciencia como un proceso de indagación y exploración con relevancia para sus vidas cotidianas. En vez de enfocarse en las “respuestas correctas”, el aprender haciendo en los huertos escolares impulsa capacidades de observación, pensamiento crítico y resolución de problemas.
Los huertos escolares son una estrategia internacionalmente reconocida para reconectar a los niños y jóvenes con los alimentos frescos y las buenas prácticas alimenticias. Los conocimientos y habilidades intercambiados por medio del huerto ayudan a estudiantes y a sus familias a evitar los riesgos inherentes en una dieta “occidentalizada”.
Los huertos escolares pueden ayudar a revertir la espiral de degradación cultural y ecológica al abrir a los productores locales, sus prácticas y conocimientos, un espacio al interior de la educación formal. Reconocer y explorar la complejidad de la agricultura y la cocina locales promueve relaciones más cercanas entre la escuela y su entorno. Así la escuela se vuelve más sensible a las necesidades locales y, a la vez, el huerto puede servir como incubadora para la innovación agroecológica. Comúnmente, las familias de los estudiantes se interesan en las técnicas agroecológicas aplicadas en el huerto y las empiezan a usar en la producción de sus propios alimentos.
Las iniciativas de huertos escolares que se han acercado a la Red son diversas en su organización, actividades y objetivos. Además de las ciencias, la alimentación y la agricultura, se dedican a:
Estas experiencias han sido impulsadas por docentes, madres y padres de familia, centros de investigación y ONGs. Se han llevado a cabo en grandes extensiones de terreno en escuelas rurales hasta en patios de cemento en plena Ciudad de México. ¡Incluso una maceta sirve para el cultivo de conocimientos, habilidades, valores y capacidades!